El burro de Merlin

11 noviembre 2006

Los clásicos de Kei: "Visitor Q"


Bufff!!!! Siempre exclamo lo mismo tras ver una peli de Takashi Miike. Este loco japonés, convertido en un director de culto gracias a su elevada producción (varias películas al año), su estilo directo y poco efectista y sus contenidos críticos que pueden pecar de explícitos para gente sensible, sorprende una vez mas con “Visitor Q”.
Una familia con una hija prostituta que tiene como cliente a su padre, un hijo maltratado por sus compañeros de colegio que luego pega a su madre en casa, una madre que se prostituye para pagarse las drogas que le ayuden a evadirse de su situación y un padre que ni pincha ni corta en su casa y siempre anda buscando un reportaje de tele-realidad polémico que le saque del anonimato...a este cuadro se une el extraño, el desconocido, un hombre que tras pegarle con una piedra en la cabeza al padre entra en la familia. Es el “Visitor Q”.
Este visitante puede significar la destrucción o, quizás, la salvación de la familia como unidad. Tras su irrupción en la vida familiar se producen cambios. Unos cambios que llevan a actos de necrofilia, palizas, despedazamientos de cuerpo y, por último, asesinatos conjuntos con la familia unida. Al final la familia vuelve unirse, aunque sea mediante actos violentos (asesinatos). Crítica a la sociedad actual sumida en tele-basura, delincuencia, pérdida de valores y violencia por violencia... “Visitor Q” es todo esto y más.
El visitante es ese golpe (el golpe con la piedra en la cabeza) que hace reaccionar al individuo. En la secuencia final vemos al padre y al hijo mamando del pecho de la madre. Es la vuelta a los orígenes, un ensalzamiento de la figura de la madre y de la maternidad como puntal familiar (o así lo entiendo yo, nunca se sabe...)
Todo esto contado mediante unas imágenes austeras, cercanas, casi parece un video doméstico. No hay efectos de sonido ni juegos de luces y demás parafernalia que busquen acentuar las imágenes. Lo que vemos es lo que hay y con eso sobra para dejarnos una sensación extraña en las entrañas.
Película que hay que ver y que, por supuesto, no está disponible en España (como casi todo lo bueno, vamos). Tirad de la mula o de importación. Merece la pena.